Viernes santo Aquel Viernes Santo, que marcó la historia Sufriendo quebranto, abatido triste Llevando la carga de nuestro pecado Voluntariamente, perdiste tu gloria. Herido, sediento, obediente subes al monte calvario Pagaste un pecado, que no cometiste Dejando a tu paso, tu huella sangrante, Y sobre la cima esperando la cruz humillante, Tu boca enmudece, golpes, latigazos, palabras soeces Ya sobre el madero, como perdonando Se abrieron tus brazos La tarde está triste, de luto se viste con oscuro mano Los cielos derraman, caudales de llanto, La tierra angustiada, se estremece y tiembla El Señor ha muerto, aquel Viernes Santo. Todo se ha consumado. El sol oscurece, Entender no puede, lo que el hombre ha hecho. ¿Qué paso en la tierra? ¿Quién murió en la cruz? Conmovido se oculta en su lecho Y densas tinieblas, cubrieron su luz. Más la tumba oscura, detener no puede Al Dios de la Vida, al Rey Soberano, Obediente devuelve aquel cuerpo inerte Glorioso y Triunfante ¡Volviste! Venciste la muerte. |